28.2.06













TEXTOS DE ÁLVARO VARGAS LLOSA SOBRE ERNESTO GUEVARA.

Publicados em Agosto de 2005 no diário La Nación, de Buenos Aires.



EL CHE, CADA VEZ MÁS MITO Y MENOS REALIDAD

El Che Guevara, que hizo tanto (¿o fue tan poco?) por destruir el capitalismo, se ha convertido ahora en una marca quintaesencialmente capitalista. Su imagen adorna jarros de café, encendedores, llaveros, billeteras, gorras de béisbol, sombreros, pañuelos, musculosas, bolsos, jeans, té de hierbas y, por supuesto, las omnipresentes remeras con la foto, tomada por Alberto Korda, del ídolo socialista con su boina durante los primeros años de la revolución, cuando el Che apareció por casualidad dentro del visor del fotógrafo y que aún es, 38 años después de su muerte, el logo del chic revolucionario (¿o es capitalista?). Incluso hay un jabón en polvo cuyo eslogan es: “Che lava más blanco.”
Los productos Che están comercializados por grandes corporaciones y por empresas pequeñas, como la Burlington Coat Factory, que hizo una publicidad de TV en la que aparece un joven con pantalones de fajina y una remera del Che, o la Boutique Flamingo, de Union City, Nueva Jersey, cuyo dueño respondió al enojo de los exiliados cubanos locales con este devastador argumento: "Vendo cualquier cosa que la gente quiera comprar."
Los revolucionarios también se suman a este furor comercial, desde "The Che Store", que ofrece "todas tus necesidades revolucionarias" por Internet, hasta el escritor italiano Gianni Minà, quien vendió a Robert Redford los derechos cinematográficos del diario del Che sobre su viaje juvenil por Sudamérica en 1952, a cambio de que se le diera acceso al rodaje del film "Diarios de motocicleta", para que Minà pudiera producir su propio documental.
Por no hablar de Alberto Granado, quien acompañó al Che en su viaje de juventud y asesora hoy a documentalistas, y que ahora, según El País, se queja de que el embargo estadounidense a Cuba le dificulta mucho el cobro de sus regalías.
Para dar aún más fuerza a la ironía, el edificio donde nació Guevara, en Rosario, una espléndida construcción de principios del siglo XX, estuvo hasta hace poco ocupado por el fondo de jubilaciones privadas AFJP Máxima, un hijo de la privatización de la seguridad social en la Argentina.
La metamorfosis del Che Guevara en una marca capitalista no es nueva, pero recientemente ha experimentado una reactivación? Una reactivación especialmente notable, ya que aparece años después del colapso político e ideológico de todo lo que Guevara representaba.
Esta imprevista reanimación se debe en gran parte a "Diarios de motocicleta", la película producida por Robert Redford y dirigida por Walter Salles (uno de los tres films más importantes rodados o en proceso de filmación durante los últimos dos años).
Bellamente filmada en paisajes que evidentemente han escapado a los efectos corrosivos de la polución capitalista, la película muestra al joven en su viaje de autodescubrimiento, mientras su incipiente conciencia social se enfrenta a la explotación social y económica, preparando así el terreno para la reinvención New Wave del hombre al que Sartre una vez llamó el ser humano más completo de nuestra época.
Pero para ser más preciso, el actual renacimiento del Che empezó en 1997, con el trigésimo aniversario de su muerte, cuando cinco biografías de Guevara llegaron a las librerías y se descubrieron sus restos mortales cerca de una pista de aterrizaje del aeropuerto boliviano de Vallegrande, después de que un general retirado boliviano, con un espectacular sentido de la oportunidad, revelara el lugar exacto de la sepultura. El aniversario volvió a concentrar la atención en la famosa foto de Freddy Alborta, donde el cadáver del Che se ve tendido sobre una mesa, escorzado y muerto y romántico, con la apariencia del Cristo en una pintura de Mantegna.

"No sé por qué"

Es habitual que los seguidores de un culto no conozcan la historia de la vida real de su héroe, la verdad histórica. No resulta sorprendente que los seguidores contemporáneos de Guevara, sus admiradores poscomunistas, también se engañen a sí mismos aferrándose a un mito? Excepto los jóvenes argentinos que han creado una expresión que rima perfectamente en castellano: "Tengo una remera del Che y no sé por qué."
Consideremos algunas de las personas que recientemente han esgrimido o invocado la imagen de Guevara como modelo de justicia y rebelión ante el abuso de poder. En el Líbano, los manifestantes que protestaban contra Siria ante la tumba del ex primer ministro Rafik Hariri enarbolaban la imagen del Che.
Thierry Henry, un jugador de fútbol francés que juega para Arsenal, en Inglaterra, se presentó en una fiesta de gala organizada por la FIFA, la institución mundial del fútbol, con una remera roja y negra con la imagen del Che.
En una reseña reciente aparecida en The New York Times, sobre "Land of the Dead", de George Romero, Manohla Dargis señaló que "el mayor shock que esto provoca probablemente sea la transformación de un zombi negro en un justo líder revolucionario" y agregó: "Supongo que, después de todo, el Che realmente vive".
Maradona exhibió el emblemático tatuaje del Che en su brazo derecho durante un viaje a Venezuela, donde se reunió con Hugo Chávez.
En Stavropol, en el sur de Rusia, los manifestantes que denunciaban pagos en efectivo a cambio de concesiones de asistencia social, tomaron la plaza central enarbolando estandartes del Che.
En San Francisco, City Lights Books, la legendaria cuna de la literatura beat, ofrece a sus visitantes una sección dedicada a América latina en la que la mitad de los estantes están ocupados por libros del Che.
José Luis Montoya, un oficial de la policía mexicana que combate el narcotráfico, usa una muñequera del Che, porque lo hace sentir más fuerte.
En el campamento de refugiados de Dheisheh, en Cisjordania, los pósteres del Che adornan un muro que rinde tributo a la Intifada.
Una revista dominical dedicada a la vida social en Sydney, Australia, publica la lista de los tres invitados más deseados para una cena: Alvar Aalto, Richard Branson y el Che Guevara. Leung Kwok-hung, el rebelde electo como miembro del Consejo Legislativo de Hong Kong, desafía a Pekín usando una remera del Che. En Brasil, Frei Betto, el asesor del presidente Lula da Silva que está a cargo del publicitado programa Hambre Cero, dice que "deberíamos haberle prestado menos atención a Trotsky y mucha más al Che Guevara".
Y en la ceremonia de los premios Oscar de este año, Carlos Santana y Antonio Banderas interpretaron la canción de "Diarios de motocicleta", y Santana se presentó luciendo la remera del Che y un crucifijo.
Las manifestaciones del nuevo culto al Che están en todos lados. Una vez más, el mito provoca el entusiasmo de gente cuyas causas, en su mayoría, representan exactamente lo opuesto a lo que era Guevara.
Ningún hombre carece de cualidades que lo redimen. En el caso del Che Guevara, esas cualidades pueden ayudarnos a medir la magnitud del abismo que separa la realidad del mito. Su honestidad (más bien, su honestidad parcial) hizo que dejara testimonio escrito de sus crueldades, incluyendo cosas verdaderamente feas, pero no las más feas. Su valor -que Castro describió como "su manera, en cada momento difícil y peligroso, de hacer las cosas más difíciles y peligrosas"- significó que no vivió para hacerse plenamente responsable del infierno de Cuba.
El mito puede decirnos tanto sobre una época como la verdad. Y, por eso, gracias a los testimonios del propio Che acerca de sus ideas y sus acciones, y gracias también a su prematura desaparición, podemos saber exactamente cuán engañados están tantos de nuestros contemporáneos con respecto a tantas cosas.

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EL CHE GUEVARA: UNA VIOLENTA, SELECTIVA Y FRÍA MÁQUINA DE MATAR

Ordenó ejecutar a decenas de personas

Es posible que el Che Guevara haya estado enamorado de su propia muerte, pero mucho más enamorado estaba de la muerte de los demás. En abril de 1967 resumió su idea homicida de justicia en su "Mensaje a la Tricontinental": "El odio como factor de lucha; el odio intransigente al enemigo, que impulsa más allá de las limitaciones del ser humano y lo convierte en una efectiva, violenta, selectiva y fría máquina de matar".

Sus escritos anteriores también están condimentados con esta violencia retórica e ideológica. Aunque su ex novia Chichita Ferreira dude de que la versión original de sus diarios de viaje contengan la observación "siento que mi nariz se dilata saboreando el olor acre de la pólvora y la sangre del enemigo", Guevara compartió con [su compañero en aquella aventura Alberto] Granado esta exclamación: "¿Revolución sin disparar ni un tiro? Estás loco".

En otros momentos los jóvenes bohemios parecían incapaces de distinguir entre la frivolidad de la muerte como espectáculo y la tragedia de las víctimas de una revolución. En una carta a su madre, de 1954, escrita en Guatemala, donde fue testigo del derrocamiento del gobierno revolucionario de Jacobo Arbenz, escribió: "Aquí estuvo muy divertido con tiros, bombardeos, discursos y otros matices que cortaron la monotonía en que vivía".

La disposición anímica de Guevara cuando viajó con Fidel Castro desde México hacia Cuba a bordo del Granma queda plasmada en una carta a su esposa escrita en 1957 y publicada en el libro Ernesto: Una memoria del Che Guevara en Sierra Maestra: "Estoy en la manigua cubana, vivo y sediento de sangre".

Esa mentalidad había sido reforzada por su convicción de que Arbenz había perdido por no haber ejecutado a sus potenciales enemigos. En una carta dirigida a su ex novia Tita Infante había observado: "Si se hubieran producido esos fusilamientos, el gobierno hubiera conservado la posibilidad de devolver los golpes".

No sorprende que durante la lucha armada contra Batista, y luego de la entrada a La Habana, Guevara matara o supervisara la ejecución, con juicio sumario, de decenas de enemigos del pueblo comprobados, sospechosos y de todos aquellos que se encontraban en el lugar equivocado en el momento equivocado.

En enero de 1957, como lo indica su diario de Sierra Maestra, Guevara mató a Eutimio Guerra porque sospechaba que estaba pasando información: "Acabé con el problema dándole un tiro con una pistola del calibre 32 en la sien derecha? Sus pertenencias pasaron a mi poder". Más tarde mató a Aristidio, un campesino que expresó el deseo de abandonar la causa cuando los rebeldes siguieron avanzando. Aunque se preguntó si esta víctima "era de verdad suficientemente culpable como para merecer la muerte", no tuvo reparos para ordenar la muerte de Echavarría, hermano de uno de sus camaradas, a causa de crímenes no especificados: "Tenía que pagar el precio". En otros momentos simuló ejecuciones sin llevarlas a cabo, como método de tortura psicológica.

"Ante la duda, mátalo"

Luis Guardia y Pedro Corzo, dos investigadores de Florida que trabajan en un documental sobre Guevara, han conseguido el testimonio de Jaime Costa Vázquez, un ex comandante del ejército revolucionario conocido como "El Catalán", que sostiene que muchas de las ejecuciones atribuidas a Ramiro Valdés, quien más tarde se convertiría en ministro del Interior de Cuba, fueron responsabilidad directa de Guevara, porque Valdés estaba bajo sus órdenes en las montañas. "Ante la duda, mátalo" eran las instrucciones del Che.

Según Costa, en vísperas de la victoria, el Che ordenó la ejecución de dos decenas de personas en Santa Clara, en el centro de Cuba, adonde había llegado su columna como parte del ataque final sobre la isla. Algunos fueron fusilados en un hotel, tal como ha escrito Marcelo Fernández Sayas, otro ex revolucionario que se hizo periodista, y quien agregó que entre los ejecutados había campesinos que se habían unido al ejército sólo para escapar al desempleo.

Pero "la fría máquina de matar" no manifestó todo el alcance de su rigor hasta que, inmediatamente después de la caída del régimen de Batista, Castro lo puso a cargo de la cárcel de La Cabaña. Era una fortaleza de piedra usada para defender a La Habana de los piratas ingleses en el siglo XVIII; más tarde se convirtió en una barraca militar. De una manera que recuerda de forma escalofriante a Lavrenti Beria, Guevara fue responsable, durante la primera mitad de 1959, de uno de los períodos más oscuros de la revolución.

José Vilasuso, abogado y profesor de la Universidad Interamericana de Bayamón, en Puerto Rico, quien perteneció al cuerpo que estaba a cargo de los procesos judiciales sumarios en La Cabaña, me contó: "El Che dirigió la Comisión Depuradora. El proceso se regía por la ley de la sierra: tribunal militar de hecho y no jurídico, y el Che nos recomendaba actuar con convicción. Es decir, con la convicción de que todos eran asesinos y de que la forma revolucionaria de proceder era ser implacables. Miguel Duque Estrada era mi jefe inmediato. Mi función era legalizar profesionalmente la causa y pasarla al ministerio fiscal, sin juicio propio alguno. Se fusilaba de lunes a viernes. Las ejecuciones se llevaban a cabo de madrugada, poco después de que la sentencia fuera dictada y confirmada en forma automática por el cuerpo de apelación. La noche más siniestra que recuerdo se ejecutaron siete hombres".

Sin excepciones

Javier Arzuaga, el capellán vasco que daba consuelo a los sentenciados a muerte y que presenció docenas de ejecuciones, habló conmigo desde su hogar en Puerto Rico. Ex sacerdote católico, ahora de 75 años, recordó que en la cárcel de La Cabaña "había 800 hombres hacinados en un espacio pensado para no más de 300: militares batistianos o miembros de algunos de los cuerpos de la policía, periodistas, empresarios o comerciantes".

"El juez no tenía por qué ser hombre de leyes; sí, en cambio, pertenecer al ejército rebelde, al igual que los compañeros que ocupaban con él la mesa del tribunal. Casi todas las vistas de apelación estuvieron presididas por el Che Guevara. No recuerdo ningún caso cuya sentencia fuera revocada en esas vistas. Todos los días yo visitaba la «galera de la muerte», donde permanecían los prisioneros desde que eran sentenciados a muerte. Corrió la voz de que yo hipnotizaba a los condenados antes de salir para el paredón y que por eso se daban tan fáciles las cosas, sin escenas desagradables, y el Che Guevara ordenó que nadie fuera conducido al paredón sin que yo estuviera presente. Asistí a 55 fusilamientos hasta el mes de mayo, cuando me fui. Eso no quiere decir que no se siguiera fusilando. Herman Marks era un americano, se decía que era prófugo de la Justicia. Lo llamábamos «el carnicero» porque gozaba gritando «pelotón, atención, preparen, apunten, fuego».

"Conversé varias veces con el Che para interceder por determinadas personas. Recuerdo bien el caso de Ariel Lima, que era menor de edad, pero fue inflexible. Lo mismo puedo decir de Fidel Castro, a quien acudí también en dos ocasiones. Yo estaba muy traumatizado y a fines de mayo me sentía tan mal que me ordenaron abandonar la parroquia de Casa Blanca, dentro de cuyos límites se encontraba La Cabaña y donde yo había celebrado misa en los últimos tres años. Me fui a México para un tratamiento. Cuando nos despedimos, el Che Guevara me dijo: «Hemos fracasado los dos. Cuando nos quitemos las caretas, seremos enemigos frente a frente»."

¿Cuántas personas fueron asesinadas en La Cabaña? Pedro Corzo calcula que alrededor de 200 personas, cifra similar a la que da Armando Lago, un profesor de economía retirado que compiló una lista de 179 nombres como parte de un estudio de ocho años de duración sobre las ejecuciones en Cuba. Vilasuso me dijo que fueron ejecutadas 400 personas entre enero y fines de junio de 1959 (momento en el que el Che dejó de estar a cargo de La Cabaña). Los cables secretos enviados por la embajada estadounidense en La Habana al Departamento de Estado en Washington hablaban de "más de 500".

Según Jorge Castañeda, uno de los biógrafos de Guevara, un vasco católico simpatizante de la revolución, el fallecido padre Iñaki de Aspiazu, habló de 700 víctimas. Félix Rodríguez, un agente de la CIA que fue miembro del equipo que estuvo a cargo de la búsqueda y persecución de Guevara en Bolivia, me dijo que, tras la captura, interrogó a Guevara acerca de las "más o menos 2000 ejecuciones" de las que había sido responsable durante su vida. "Dijo que eran todos agentes de la CIA y no cuestionó la cifra", recuerda Rodríguez.

El número más alto posiblemente incluye las ejecuciones que se llevaron a cabo durante los meses posteriores al momento en el que el Che dejó de estar a cargo de la prisión. Y eso nos lleva de vuelta a Carlos Santana y su muy chic remera del Che. En una carta publicada en El Nuevo Herald el 31 de marzo de este año, el gran músico de jazz Paquito D´ Rivera criticó a Santana por su atuendo en la entrega de los Oscar, y añadió: "Uno de esos cubanos fue mi primo Bebo, preso allí por ser cristiano. El escuchaba desde su celda los fusilamientos de muchos que morían gritando «¡Viva Cristo Rey!»"

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EL CHE, UN MEGALÓMANO CON ANSIAS DE PODER

Obsesionado por los controles, tuvo un rol clave para transformar a Cuba en un bastión del totalitarismo

El deseo de poder del Che tenía otras maneras de expresarse aparte del asesinato. La contradicción existente entre su pasión por viajar -una manera de protestar contra las restricciones oprimentes del Estado- y su impulso por convertirse él mismo en un Estado opresor resulta patética.
Cuando escribió sobre Pedro de Valdivia, conquistador de Chile, Guevara reflexionaba: "El pertenecía a esa clase singular de hombres que la especie produce rara vez, en quienes el ansia de poder ilimitado es tan extremo que para conseguirlo cualquier sufrimiento parece natural". Podría haberse descripto a sí mismo con esos términos.

En su vida adulta, su megalomanía se manifestó a través del impulso predatorio de apoderarse de la vida y la propiedad de otros, aboliendo así su libre albedrío. En 1958, después de tomar la ciudad de Sancti Spiritus, Guevara intentó, sin éxito, imponer una suerte de sharia, regulando así las relaciones entre hombres y mujeres, el consumo de alcohol y las apuestas informales? un puritanismo que no caracterizaba exactamente a su propio estilo de vida.
También ordenó a sus hombres que robaran bancos, decisión que justificó en una carta dirigida a Enrique Oltuski, uno de sus subordinados, en noviembre de ese año: "Las masas oprimidas aceptan robar los bancos porque no tienen ni una moneda". Esta idea de revolución como una licencia para redistribuir la propiedad tal como a él le parecería adecuado llevó al marxista puritano a apoderarse de la mansión de un emigrante después del triunfo de la revolución.
El impulso de despojar a otros de sus propiedades y a reclamar la propiedad del territorio ajeno fue un elemento central en la cruda política de poder de Guevara. En sus memorias, el líder egipcio Gamal Abdel Nasser registra que Guevara le preguntó cuántas personas habían abandonado su país a causa de las reformas. Cuando Nasser le respondió que no se había ido nadie, el Che replicó, furioso, que la manera de medir la profundidad de un cambio es por medio del número de personas "que sienten que no hay lugar para ellos en la nueva sociedad". Este instinto predatorio alcanzó su punto más alto en 1965, cuando empezó a hablar, como si fuera Dios, del "Hombre Nuevo" que él y su revolución crearían.
La obsesión del Che por el control colectivista lo llevaría a colaborar en la formación del aparato de seguridad que se puso en marcha para sojuzgar a seis millones y medio de cubanos. A principios de 1959, se llevó a cabo una serie de reuniones secretas en Tarará, cerca de La Habana, en la mansión a la que el Che se había retirado temporalmente para recuperarse de una enfermedad. Allí fue donde los dirigentes máximos, incluyendo a Castro, diseñaron el Estado policial cubano.
Ramiro Valdés, subordinado del Che durante la guerra de guerrilla, fue puesto a cargo del G-2, un cuerpo organizado según el modelo de la Cheka. Angel Ciutah, un veterano de la Guerra Civil española enviado a los soviets que había estado muy próximo a Ramón Mercader, el asesino de Trotsky, y que más tarde cultivó la amistad del Che, desempeñó un papel clave en la organización del sistema, junto con Luis Alberto Lavandeira, quien había desempeñado el cargo de supervisor en La Cabaña. El propio Guevara se hizo cargo del G-6, el cuerpo encargado de adoctrinar ideológicamente a las fuerzas armadas.

La oportunidad perfecta

La invasión de Bahía Cochinos, respaldada por Estados Unidos en abril de 1961, se convirtió en la ocasión perfecta para consolidar el nuevo Estado policial, con el arresto de decenas de miles de cubanos y una nueva serie de ejecuciones. Tal como Guevara le dijo al embajador soviético Sergei Kudrivtsev, los contrarrevolucionarios jamás volverían "a alzar la cabeza". "Contrarrevolucionario" es el término que se aplicaba a cualquiera que se apartara del dogma. El sinónimo comunista de "hereje".
Los campos de concentración eran una de las formas que el poder dogmático empleaba para eliminar el disenso. La historia atribuye al general español Valeriano Weyler, capitán general de Cuba a fines del siglo XIX, haber empleado por primera vez el término "concentración" para describir la política de cercar las masas de potenciales opositores con alambres de púas y empalizadas. Qué adecuado resulta que los revolucionarios cubanos retomaran esa tradición autóctona más de medio siglo más tarde.
Al principio, la revolución movilizó voluntarios para construir escuelas y trabajar en puertos, plantaciones y fábricas; exquisitas oportunidades para fotos del Che estibador, el Che recolector de caña, el Che obrero textil. Pero no transcurrió mucho tiempo para que el trabajo voluntario se hiciera un poco menos voluntario: el primer campo de trabajos forzosos, Guanahacabibes, se estableció en el oeste de Cuba a fines de 1960. Así es como el Che explicó la función que cumplía este método de reclusión: "A Guanahacabibes se manda a la gente que no debe ir a la cárcel, la gente que ha cometido faltas a la moral revolucionaria de mayor o menor grado... Es trabajo duro, no trabajo bestial".
Este campo fue el precursor del posterior confinamiento sistemático, que empezó en 1965 en la provincia de Camagüey, de disidentes, homosexuales, católicos, testigos de Jehová, sacerdotes afro-cubanos y otra escoria semejante, bajo el estandarte de las Unidades Militares de Ayuda a la Producción. Apiñados en ómnibus y camiones, los "ineptos" eran transportados a punta de pistola a los campos de concentración organizados según el modelo de Guanahacabibes. Algunos nunca regresarían, otros serían violados, golpeados o mutilados; y casi todos quedarían traumatizados de por vida, tal como lo reveló al mundo un par de décadas atrás el desgarrador documental de Néstor Almendros, Improper Conduct.
Así, la revista Time tal vez no dio del todo en el blanco en agosto de 1960, al describir la división del trabajo de la revolución en una nota de tapa que asignaba al Che Guevara la función de "cerebro" y a Fidel Castro el "corazón" y a Raúl Castro el "puño". Pero esa interpretación reflejaba el rol crucial desempeñado por Guevara en la transformación de Cuba en un bastión del totalitarismo.
El Che era un candidato improbable a la pureza ideológica, dado su espíritu bohemio, pero durante los años de entrenamiento en México y el siguiente período de lucha armada en Cuba emergió como el ideólogo comunista infatuado con la Unión Soviética, para gran incomodidad de Castro y de otros que eran esencialmente oportunistas dispuestos a usar los medios que fueran necesarios para llegar al poder. Cuando los revolucionarios en ciernes fueron arrestados en México en 1956, Guevara fue el único que admitió que era comunista y que estaba estudiando ruso. Durante la lucha armada en Cuba, forjó una fuerte alianza con el Partido Socialista Popular (el partido comunista de la isla) y con Carlos Rafael Rodríguez, un elemento clave de la conversión al comunismo del régimen de Castro. Esta tendencia al fanatismo convirtió al Che en un eje vital de la "sovietización" de esa revolución que tantas veces se había jactado de su carácter independiente.

Al borde de la guerra

Muy pronto después de que los barbudos llegaron al poder, Guevara tomó parte de las negociaciones con Anastas Mikoyan, el viceprimer ministro soviético que visitó Cuba. Se le confió la misión de promover las negociaciones cubano-soviéticas durante una visita a Moscú a fines de 1960. Su segundo viaje a Rusia, en agosto de 1962, fue aún más significativo, porque selló el pacto que convertiría a Cuba en una cabeza de playa nuclear soviética. Se reunió con Khrushchev en Yalta para ultimar detalles de una operación que ya se había iniciado y que involucraba la instalación de cuarenta y dos misiles soviéticos, la mitad de los cuales estaban equipados con cabezas nucleares, así como lanzamisiles y 42 mil soldados. Tras presionar a sus aliados soviéticos con el riesgo de que los Estados Unidos se enteraran de lo que estaba ocurriendo, Guevara consiguió que le garantizaran la intervención de la marina soviética? En otras palabras, que Moscú estaba dispuesto a ir a la guerra.
Según la biografía de Guevara escrita por Philippe Gavi, el revolucionario había alardeado de que "por defender sus principios, este país está dispuesto a arriesgarlo todo en una guerra atómica inimaginablemente destructiva".
Inmediatamente después de que terminó la crisis misilística cubana -cuando Khrushchev renegó de la promesa hecha en Yalta y negoció un acuerdo con Estados Unidos a espaldas de Castro, que incluía el retiro de los misiles estadounidenses de Turquía-, Guevara le dijo a un diario comunista británico: "Si los misiles hubieran permanecido en Cuba, los hubiéramos usado, dirigiéndolos hacia el corazón mismo de los Estados Unidos, incluyendo Nueva York, para defendernos de la agresión". Y un par de años más tarde, en las Naciones Unidas, fue fiel a sus principios: "Como marxistas, hemos mantenido que la coexistencia pacífica entre naciones no incluye la coexistencia entre explotadores y explotados".
Guevara se distanció de la Unión Soviética en los últimos años de su vida. Lo hizo por razones erróneas, acusando a Moscú de ser demasiado blanda ideológica y diplomáticamente, por hacer demasiadas concesiones. En octubre de 1964, un memorando escrito por Oleg Daroussenkov, un funcionario soviético cercano al Che, cita estas palabras de Guevara: "Pedimos armas a los checos; nos rechazaron. Después se las pedimos a los chinos; dijeron que sí pocos días después, y ni siquiera nos cobraron, diciendo que no se le venden armas a un amigo". En realidad, Guevara estaba resentido por el hecho de que Moscú les pedía a los otros miembros del bloque comunista, incluyendo Cuba, algo a cambio de la colosal ayuda y el respaldo político que les prestaba.
Su ataque final contra Moscú se produjo en Argel, en febrero de 1965, en una conferencia internacional, donde acusó a los soviéticos de haber adoptado la "ley del valor", es decir, el capitalismo. Su ruptura con los soviéticos, en suma, no fue un grito de libertad. Fue un aullido al estilo de Enver Hoxha exigiendo la subordinación total de la realidad a una ciega ortodoxia ideológica.

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EL CHE, ANTÍTESIS BRUTAL DE ALBERDI

El gran revolucionario tuvo una posibilidad de poner en práctica su visión económica -su idea de justicia social- como director del Banco Nacional de Cuba y del Departamento de Industria del Instituto Nacional de Reforma Agraria a fines de 1959, y desde principios de 1961, como ministro de Industria. El período en el que Guevara estuvo a cargo de casi toda la economía cubana fue testigo del colapso casi total de la producción azucarera, el fracaso de la industrialización y la introducción del racionamiento en el que había sido uno de los cuatro países latinoamericanos más exitosos en el terreno económico desde antes de la dictadura de Batista.
Su período al frente del Banco Nacional, durante el que imprimió billetes firmados "Che", ha sido resumido así por su segundo, Ernesto Betancourt: "Encontré en el Che una ignorancia absoluta de los principios más elementales de la economía". La capacidad de percepción de Guevara con respecto a la economía mundial fue célebremente expresada en 1961, durante una conferencia hemisférica en Uruguay, donde predijo un crecimiento del 10% en Cuba "sin ningún temor", y para 1980, un ingreso per cápita mayor que el de "Estados Unidos hoy". De hecho, para 1997, el trigésimo aniversario de su muerte, los cubanos vivían con una dieta de dos kilos de arroz y medio kilo de porotos por mes, 120 gramos de carne dos veces al año, 120 gramos de pasta de soja por semana y cuatro huevos por mes.
La reforma agraria les quitó la tierra a los ricos, pero se la dio a los burócratas, no a los campesinos. (El decreto fue redactado en la casa del Che.) En nombre de la diversificación, el área cultivada se redujo, y la mano de obra fue derivada a otras actividades. El resultado fue que entre 1961 y 1963, la cosecha se redujo a la mitad, apenas 3,8 millones de toneladas métricas. ¿Este sacrificio fue justificado por el progreso de la industrialización en Cuba? Desafortunadamente, Cuba no disponía de materias primas para la industria pesada y, como consecuencia de la redistribución revolucionaria, no tenía una moneda sólida para comprarlas? y tampoco tenía siquiera productos básicos.
Para 1961, Guevara tenía que dar incómodas explicaciones a los funcionarios del gobierno: "Nuestros camaradas técnicos de las empresas han fabricado una pasta dentífrica? que es tan buena como la anterior, limpia lo mismo, aunque al cabo de un tiempo se convierte en piedra".
Para 1963, se abandonaron todas las esperanzas de industrializar Cuba, y la revolución aceptó su rol de abastecedor colonial de azúcar del bloque soviético a cambio de petróleo para cubrir sus necesidades y revender a otros países. Durante las tres décadas siguientes, Cuba sobreviviría gracias a un subsidio soviético que oscilaba entre unos 65.000 y 100.000 millones de dólares.
Tras haber fracasado como héroe de la justicia social, ¿Guevara se merece un lugar en los libros de historia como genio de la guerra de guerrillas? Su mayor logro militar en la lucha contra Batista -la captura de la ciudad de Santa Clara después de haber emboscado un tren cargado de refuerzos- ha sido seriamente cuestionado. Numerosos testimonios indican que el comandante del tren se rindió de antemano, tal vez después de aceptar un soborno.
Inmediatamente después del triunfo de la revolución, Guevara organizó ejércitos guerrilleros en Nicaragua, la República Dominicana, Panamá y Haití, todos los cuales fueron aplastados. En 1964, envió a la muerte al revolucionario argentino Jorge Ricardo Masetti, convenciéndolo de que debía lanzar un ataque contra su país natal desde Bolivia, justo en el momento en que se había restaurado en la Argentina la democracia representativa.
Particularmente desastrosa fue la expedición al Congo en 1965. Guevara apoyó a dos rebeldes -Pierre Mulele en el Oeste y Laurent Kabila en el Este- en su lucha contra el perverso gobierno congoleño, apoyado por Estados Unidos, así como por mercenarios sudafricanos y exiliados cubanos. Guevara pasó la mayor parte de 1965 ayudando a los rebeldes en el Este, antes de abandonar el país ignominiosamente. Luego, muy pronto, Mobutu llegó al poder e instaló una tiranía que duró décadas.

Desastre en Bolivia

En Bolivia, el Che fue derrotado nuevamente, y por última vez. Interpretó erróneamente la situación local. La reforma agraria se había realizado años atrás, el gobierno había respetado a muchas de las instituciones de las comunidades campesinas, y el ejército, a pesar de su nacionalismo, mantenía proximidad con los Estados Unidos. "Las masas campesinas no nos ayudan nada", fue la melancólica conclusión que Guevara consignó en su diario de Bolivia. Peor aún, Mario Monje, el líder comunista local, que no tenía estómago para la guerra de guerrillas después de haber sido humillado en las elecciones, condujo a Guevara a un lugar vulnerable en el sudeste del país. Las circunstancias de la captura del Che en el barranco Yuro fueron, como casi toda la expedición a Bolivia, cosas de amateur.
Guevara era sin duda audaz y valeroso, y rápido para organizar la vida sobre una base militar en los territorios bajo su control, pero no era el general Giap. Su libro "Guerra de guerrillas" enseña que las fuerzas populares pueden derrotar a cualquier ejército, que no es necesario esperar las condiciones adecuadas porque un foco insurreccional (o un pequeño grupo de revolucionarios) pueden crear esas condiciones, y que la lucha debe desarrollarse primordialmente en zonas rurales.
Sin embargo, el ejército de Batista no era un ejército, sino una corrupta banda de matones sin motivación y con poca organización, y los focos guerrilleros, con la excepción de Nicaragua, terminaron con los foquistas reducidos a cenizas.
En las últimas décadas del siglo XIX, la Argentina tenía el segundo índice de crecimiento del mundo. En la década de 1890, el ingreso real de sus trabajadores era mayor que el de los trabajadores suizos, alemanes y franceses. En 1928, el país ocupaba el lugar número doce en el mundo por su PBI per cápita. Ese logro, que las generaciones siguientes arruinarían, se debía en gran medida a Juan Bautista Alberdi. Al igual que Guevara, a Alberdi le gustaba viajar: recorrió a pie las pampas y los desiertos del Norte a los 14 años, hasta llegar a Buenos Aires. Al igual que Guevara, Alberdi se opuso a un tirano, Juan Manuel de Rosas.
Al igual que Guevara, Alberdi tuvo la oportunidad de ejercer influencia sobre un líder revolucionario en el poder? Justo José de Urquiza, que derrocó a Rosas en 1852. Y, al igual que Guevara, Alberdi representó al nuevo gobierno viajando por el mundo, y murió en el extranjero. Pero a diferencia del antiguo y nuevo mimado de la izquierda, Alberdi jamás mató una mosca. Su libro "Bases y puntos de partida para la organización de la República Argentina" fue el cimiento de la Constitución de 1853, que limitó el gobierno, abrió el comercio, estimuló la inmigración y garantizó el derecho de propiedad, inaugurando así un período de 70 años de asombrosa prosperidad. No se entrometió en los asuntos de otras naciones, oponiéndose a la guerra contra Paraguay.
Su imagen no adorna el abdomen de Mike Tyson.

20.2.06

O TELL ME THE TRUTH ABOUT LOVE

W. H. AUDEN

NHOS FLA-M VERDADI ASÉRKA DI AMOR

TRADUSON: J.L. TAVARES

Ten kenha ki ta fla ma amor é un rapazinhu

Y kenha ki ta fla ma el é un pasu;

Es ta fla ma e ta faze mundu jira el sozinhu,

Ten kenha ki ta fla ma é un éru krasu:

Mas kantu N tenta sabe atraves di vizinhu

Ki ta parseba ma kel li staba na si alkansu,

Si mudjer fika aburisidu

Y e fla ma éra proibidu.

Será ke ta parse ku un pijama

Ó pruzuntu na kabu kura dor,

Será ki si txéru ta lenbra un lama

Ó e ten purfumu di un flor?

Será ke áspri sima arami farapadu

Ó suavi sima un masiu kubertor,

Será ke ta korta ó é lizu na ladu?

Nhos konta-m verdadi asérka di amor.

Livrus di stória ta papia d´el

Dun manera ki kuazi ka ta ntendedu,

Y ta papiadu txeu d´el

Na kes grandi naviu ki ta trabesa mar sen medu;

Dja N odja es asuntu tratadu

Na rilatóriu asérka di algen ki mata kabésa,

Dja N odja-l té rabiskadu

Na gia di konboiu viradu dipalbesa.

E ta uba sima un lobu fomiadu

Ó e ta rapika sima marxa fanfara,

Será ki si son é midjor imitadu

Nun seroti ó na pianu Xiku Séra?

Será ke gosta so di stilu bédju

Ó na fésta é pruvokador

E ta kala so N da-l ku duedju?

Nhos konta-m verdadi asérka di amor.

N buska-l na kaza di veron

Mas N ka atxa-l nen sen kamiza

Na kel ar di brighton ki ta intxi pulmon

Nen la maidenhead, la na tamiza,

N ka ta ntende vos di rozera

Melru N ka konxe si kanson

Mas e ka staba dentu kapuera

Nen baxu di kolxon.

E méstri na faze bioku sen midida,

E ta bira tontu na karosel,

Ó e ta pasa ténpu na korida

Ta brinka ku fiu di kordel,

E ten ideias asérka di dinheru

E ta atxa ma pátria debe kantadu lovor,

Ó e gosta di ri di stórias brajeru?

Nhos konta-m verdadi asérka di amor.

Es fla-m ma ta fika sénpri lenbransa

Di kes sintimentu ke ta inspira,

N sta buska-l desdi kriansa

Y nunka N ka panha-l na mira

Trinti-sinku anu di tamanhu

Y N kontinua sen konxe

Es kriatura stranhu

Ki tudu algen e ta da koxi.

Y óra ke ta ben, e ta ben sen aviza

Inkuantu N ta linpa naris

Ó N ta odja-l sédu antis di txon N piza

Ó e ta masa-m na otokaru di karis?

E ta ben sima ténpu ta muda

Ku mansidon turtura ó kusa pior,

Nha bida futuru e ta muda?

Nhos konta-m verdadi asérka di amor.

17.2.06

Guérir le fanatisme.
Entretien avec Amos Oz / par Jon Wiener

La Paix Maintenant


Amos Oz est le romancier israélien le plus célèbre. Il est également l'un
des fondateurs et l'une des voix essentielles de Shalom Arshav (La Paix
Maintenant). Il est le porte-voix des colombes israéliennes, des opposants à
l'occupation qui veulent un retrait israélien de la Cisjordanie et une
solution négociée à deux Etats. Au cours d'un entretien récent, il analysait
les répercussions politiques et diplomatiques de la victoire du Hamas.

Q. : une semaine après la sortie de votre livre, "Comment Guérir un
Fanatique" (1), le Hamas obtenait une victoire historique aux élections
législatives palestiniennes. Pour vous, le Hamas est-il une organisation de
fanatiques?

Amos Oz : Les fanatiques sont ces gens, quelles que soient leur foi, leur
couleur ou leurs idées politiques, qui affirment que la fin, n'importe
quelle fin, justifie les moyens, y compris les moyens sanguinaires. A en
juger par ce critère, j'ai bien peur que le Hamas soit une organisation
fanatique par excellence.

Q. : les Palestiniens ont-ils voté pour le Hamas parce qu'ils sont
fanatiques?

Amos Oz : pas nécessairement. De ce que je sais, de ce que j'entends de la
part de mes amis et collègues palestiniens, la raison essentielle qui
explique la victoire du Hamas est la réputation de corruption de l'Autorité
palestinienne et du Fatah, le parti au pouvoir.

Q. : dans votre livre, vous dites que le fanatisme n'est pas forcément une
condition définitive. Vous dites qu'enfant, vous étiez "une petit fanatique
dont on avait lavé le cerveau". Qu'est-ce qui a fait de vous un fanatique,
et qu'est-ce qui vous a fait changer?

Amos Oz : j'ai grandi dans une atmosphère militante. Jérusalem était
divisée, cela faisait mal, et l'époque était aux rivalités et aux conflits
violents. J'ai grandi en sioniste enthousiaste et unilatéral. Avec les
années, après certaines expériences personnelles, j'ai compris que le
conflit israélo-palestinien, comme d'autres conflits, avait deux facettes,
deux perspectives, peut-être deux logiques. A partir du moment où l'on
comprend ce genre de relativité morale et politique, on cesse d'être un
fanatique.

Q. : avec les années, une partie du mouvement national palestinien est passé
de ce que vous appelez le fanatisme à ce que vous appelez le pragmatisme.

Amos Oz : pas seulement une partie du mouvement palestinien. Je crois
qu'aujourd'hui, la majorité des Palestiniens ont une approche pragmatique et
une attitude réaliste à l'égard du conflit israélo-palestinien. La majorité
des Palestiniens (et la majorité des Israéliens) savent que, au bout du
compte, il y aura un compromis, un partage, deux Etats. Est-ce que cela leur
fait plaisir? Non. Dansera-t-on dans les rues quand cette solution aura vu
le jour? Certainement pas. Pensent-ils que ce soit juste, ou sûr?
Probablement pas. Mais ils acceptent que cela comme la seule solution
possible, au-delà de laquelle on ne peut pas aller. Cela vaut pour les Juifs
israéliens comme pour les Arabes palestiniens.

Q. : y-a-t-il des preuves depuis l'élection du Hamas qu'une majorité de
Palestiniens soit encore favorable à deux Etats?

Amos Oz : semaine après semaine, depuis plus de trois ans maintenant, même
aux pres moment des l'intifada, les sondages montrent que la plupart des
Palestiniens sont prêts à vivre, sans en être particulièrement ravis, avec
une solution à deux Etats. Ils ne font pas confiance aux Israéliens, mais
ils l'accepteront. De la même manière, en miroir, la plupart des Israéliens
accepteront cette solution, mais ils ne font pas confiance aux Palestiniens
pour l'accepter ou la respecter.

Q. : la question à l'ordre du jour est celle de savoir si le Hamas va
devenir plus pragmatique. Quels signes distinguez-vous?

Amos Oz : il va falloir attendre. Aujourd'hui, je n'ai pas envie d'accorder
au Hamas un crédit qu'il ne mérite pas. Pour l'instant, il s'agit d'un
mouvement fanatique, fondamentaliste qui affirme dans sa charte et dans son
programme électoral qu'Israël doit être liquidé et que les Israéliens
doivent être expulsés de leur pays. Vont-ils changer? Je n'en sais rien.
S'ils changent, alors, il sera possible de traiter avec eux.

Q. : et si le Hamas ne change pas?

Amos Oz : si le Hamas ne change pas, il serait sage de la part d'Israël de
porter le conflit plus haut, au niveau des Etats arabes voisins, peut-être à
la Ligue arabe, et parler d'une solution qui alors pourrait être proposée au
peuple palestinien par voie de référendum.

Q. : le programme du Hamas lors des dernières élections ne mettait pas
particulièrement en avant sa position sur l'élimination d'Israël, ou la
revendication de méthodes terroristes, mais plutôt sur la corruption,
l'emploi, les services sociaux et les infrastructures. A vos yeux, c'est du
pragmatisme.

Amos Oz : en effet, leur programme a beaucoup insisté sur la lutte
anti-corruption. Néanmoins, il mentionnait toujours ce qu'ils appellent
toute la Palestine en tant qu'objectif irrévocable du mouvement national
palestinien. Ils ne sont pas revenus sur cette attitude de fond envers
Israël qui consiste à le considérer comme une exposition itinérante qui doit
être chassée de la région, ou comme une maladie infectieuse.

Q. : Dans votre livre, la description de fanatiques fait référence, à
l'évidence, aux Israéliens comme aux Palestiniens. A votre avis, quel est
l'état du fanatisme dans le paysage politique israélien d'aujourd'hui?

Amos Oz : malheureusement, le fanatisme et le fondamentalisme se portent
bien, à l'extrême droite et dans les secteurs ultra-religieux de la société
israélienne. Je n'ai jamais aimé cette dichotomie simpliste qui parle de
choc des civilisations : Est contre Ouest, ou islam contre le reste du
monde. Je pense que le vrai combat se déroulera, au niveau mondial et
probablement pour le reste du 21ème siècle, entre les fanatiques et nous.

Q. : la victoire du Hamas a-t-elle renforcé les fanatiques en Israël?

Amos Oz : les fanatiques font toujours le jeu les uns des autres. Ils
stimulent toujours l'enthousiasme et le zèle de leurs homologues de l'autre
bord.

Q. : parlons plus précisément du paysage politique israélien. Benjamin
Netanyahou (Likoud) a comparé la victoire électorale du Hamas à la montée de
Hitler. Mais les sondages ne montrent aucun déplacement vers le Likoud
depuis la victoire du Hamas. Que faut-il en penser?

Amos Oz : les sondages d'aujourd'hui (30 janvier) montrent un très léger
glissement vers le Likoud et d'autres partis d'extrême droite (2), mais pour
l'instant, il n'y a aucun raz-de-marée. Il est trop tôt pour dire comment
l'opinion israélienne va vraiment digérer et réagir aux changements en
Palestine.

Q. : vous avez critiqué la politique de Sharon de désengagement unilatéral
de Gaza, en disant qu'il aurait été préférable de négocier un transfert du
pouvoir qui aurait pu constituer un premier pas vers la fin de l'occupation.
De nombreux Juifs, en Israël et aux Etats-Unis, disent aujourd'hui que la
victoire du Hamas montrent combien Sharon a eu raison.

Amos Oz : Un accord négocié pour Gaza aurait été préférable à un retrait
unilatéral, mais je considère qu'un retrait unilatéral a été bien meilleur
que le statu quo qui prévalait jusque là, l'occupation de Gaza. Je pense
qu'il aurait été plus sage de la part de Sharon d'essayer de négocier avec
l'Autorité palestinienne, Gaza d'abord, dans le cadre d'un accord global.
Bien entendu, nous ne saurons jamais si cela aurait marché, ni si cela
aurait évité la victoire du Hamas. Tout cela, maintenant, est du domaine des
"si" et des spéculations historiques.

Q. : il a été écrit récemment dans Ha'aretz que seul le Hamas peut arrêter
le terrorisme et que seul le Hamas a la légitimité pour négocier un accord
avec Israël, que le fait que le Hamas ait réussi à préserver la "trêve" des
attentats terroristes depuis novembre 2004 montre qu'il dispose d'un pouvoir
et d'une légitimité dont manque la direction du Fatah. Je me demande si vous
êtes d'accord pour dire que la légitimité du Hamas lui donne la capacité de
négocier la paix.

Amos Oz : il est possible que cela soit le cas, mais quel bien cela nous
apporte-t-il si le Hamas ne change pas ses options fondamentales? Ce serait
comme dire, plus ou moins, qu'Al Qaïda est le seul groupe qui puisse arrêter
le terrorisme d'Al Qaïda. Bien sûr qu'Al Qaïda peut arrêter le terrorisme
d'Al Qaïda. Mais en a-t-il la motivation? Est-il enclin à le faire? Va-t-il
le faire? Oui, il se peut que le Hamas ait l'autorité et la capacité
nécessaires. Mais en a-t-il l'intention? Nous exercerons toutes les
pressions possibles sur le Hamas pour qu'il change d'intention : pressions
israéliennes, américaines, arabes. Là, la capacité et l'autorité du Hamas
deviendront très importantes.

Q. : Israël peut rendre la vie bien pire pour les Palestiniens sous un
gouvernement du Hamas. Israël peut aussi utiliser sa puissance pour
encourager les tendances les plus pragmatiques au sein du Hamas. Quelle
sorte de politique d'occupation aurait votre faveur au point où nous en
sommes?

Amos Oz : personnellement, je suis contre l'occupation. Point barre. Je
pense qu'il serait sage de la part d'Israël d'en finir avec l'occupation par
un accord ou par un règlement qui, s'il ne peut pas être conclu avec les
Palestiniens, doit l'être avec les Etats membres de la Ligue arabe. Je pense
que la fin de l'occupation israélienne est urgente, qu'elle est de l'intérêt
d'Israël et qu'elle peut être mise en oeuvre dans le cadre d'un accord
global israélo-arabe.

Q. : quel rôle devraient jouer les Etats-Unis dans ce processus?

Amos Oz : les Etats-Unis doivent encourager la modération là où ils le
peuvent, et de manière non dogmatique. Parfois, encourager la modération,
cela veut dire encourager des régimes non démocratiques. Parfois, encourager
la modération veut dire encourager des régimes qui ne sont ni roses ni
merveilleux. Encourager la modération, ce n'est la même chose que
d'installer la démocratie à l'aide du fusil. Cela veut dire aider à créer et
à stabiliser une société civile, parce qu'il ne peut y avoir de démocratie
véritable sans société civile, et il ne peut pas y avoir de société civile
là où règnent l'extrémisme, le fondamentalisme, la pauvreté et le désespoir.

Q. : le titre de votre livre, "Comment Guérir un Fanatique", suggère qu'il
est possible de "guérir" du fanatisme ­ chez les Palestiniens comme chez les
Israéliens.

Amos Oz : le titre doit être pris comme un clin d'oeil. Je dis que le
fanatisme est un mauvis gène dans l'ADN humain, et que personne d'entre nous
n'est immunisé contre un certain fanatisme. En ce qui concerne les
Israéliens et les Palestiniens, je pense que nous pouvons contenir le
fanatisme. Nous ne pouvons pas le guérir, mais nous pouvons le contenir, en
renforçant les classes moyennes, la société civile, les éléments laïques,
modérés et pragmatiques de nos deux sociétés.


(1) Amos Oz : Comment Guérir un Fanatique, éditions Gallimard, janvier 2006

(2) aujourd'hui (17 février) les sondages indiquent un Kadima stable (40
sièges), des travaillistes stables (19) et un Likoud en baisse (13).

3.2.06

MULTICULTURALISMO. Não, não vou debater o multiculturalismo. Só a natureza da nossa natureza me interessa. Mas o debate, de facto, devia ser lançado; não sobre o multiculturalismo mas sobre a tolerância. É um mundo difícil, obtuso, complicado, histérico muitas vezes. Mas é o nosso mundo e devemos defendê-lo. Não temos outro. Nascemos nele e uma das suas marcas chama-se, precisamente, "tolerância".Um jornal dinamarquês, o "Jyllands-Posten", publicou uma série de cartoons em que aparecia a figura do profeta Maomé. O profeta merece-me respeito, mas, como já li o Alcorão (uma simpática prenda do xeque David Munir - e uma boa tradução para o Português), não resisto a sorrir em determinadas passagens e a preocupar-me noutras. Acontece-me frequentemente isso com os chamados "livros sagrados"; os profetas, todos eles, tinham defeitos sonoros (embora um ou dois fossem largamente surdos), alguns fazem rir, outros irritam pela arrogância ou pelas ondas de queixume, outros são-me naturalmente antipáticos, a outros gostaria de convidar para jantar. O editor do "Jyllands-Posten" declarou-se surpreendido com a reacção "no mundo muçulmano", de Gaza ao Paquistão, da Indonésia à própria Copenhaga, suponho.Não devia sentir-se surpreendido. Salman Rushdie podia ter-lhe explicado como as coisas se passam quando o profeta Maomé está envolvido. Uma boa faixa de intelectuais e de gente da política, apesar de tudo, encontra sempre razões para compreender essas razões, ou pelo menos as razões que levaram à "fatwa" que condenava Salman Rushdie à morte - e, por arrastamento, os seus editores e tradutores. Vamos e venhamos trata-se de uma coisa selvagem condenar alguém à morte por blasfémia. Um ou outro escritor inglês, na altura da "fatwa" lançada por Khomeini contra Rushdie, apareceu a dizer que o autor dos "Versículos satânicos" merecia a ordem para matar decretada em Teerão; ele não teria nada que se meter com o profeta, com o Alcorão ou com os imãs, e, portanto, devia ser punido por isso. Havia uma certa inveja literária, certamente, mas de vez em quando o monstro acorda entre nós, cheio de medo, invocando valores culturais e heranças espirituais: em nome desses valores desculpabiliza-se a tortura, a humilhação de mulheres ou de adúlteros, a excisão feminina, o apedrejamento de homossexuais ou a mutilação de adolescentes que praticaram sexo à margem da lei.Ora, a verdade é que não há nenhuma lei que obrigue à prática da barbárie, do crime e da tortura. Mas no Ocidente há sempre quem desculpe julgamentos em Guantánamo e perseguições religiosas na Ásia. Há desculpas para tudo, nenhuma vergonha nos escapa.Esta ideia de tolerar os energúmenos que, em público, queimam livros, bandeiras, jornais e efígies de cada vez que alguém brinca com o profeta, parece-me absurda. Tolerável; mas absurda. Tolerável, porque nós somos tolerantes; mas absurda porque instaura nas nossas ruas, nas nossas casas e nas nossas cabeças uma insuportável aura de medo e de covardia. Não se trata apenas de falar de um Deus que não ri nem quer ser objecto de riso (essa é outra matéria que, se quiserem, se discute a seguir); trata-se do medo e da submissão. O editor do "Jyllands-Posten" agiu bem não pediu desculpas. Disse, além disso (que não pedia desculpas), que não se trata de "um assunto de cartoons", mas de valores mais gerais - os da liberdade, os do riso, os da palavra. O Ocidente permite que se publiquem alarvidades anti-semitas ou trapalhices anticatólicas; mas uma parte dele treme de pavor quando vê os "mullahs" incitarem multidões a queimar bandeiras dinamarquesas por causa de uns cartoons. Eu acho bem que queimem, se lhes apetecer. Mas não aceito que as queimem em minha casa, na minha rua, sob o céu do Ocidente.Jornal de Notícias - 2 Fevereiro 2006